Devocional Cielos Abiertos

¿JUZGANDO A DIOS?

Memoriza: «¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡El tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?» Isaías 45:9

Lee: Lucas 18: 9 – 14

Parábola del fariseo y el publicano

A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

BIBLIA EN UN AÑO: Salmos 139 – 140

MENSAJE

No sería una escena gracias si alguien tuviera un juicio en el juzgado y durante los procedimientos judiciales, el acusado se volviera al juez y le dijera, «Tu eres el representante del gobierno. Es por culpa del gobierno, que no cuidó de mi, que hice lo que hice, así que tú eres el culpable». Eso fue lo que sucedió en Génesis 3:8 – 12, cuando Dios le preguntó a Adán porque se escondía de Él.

En Mateo 25:14 – 30, leemos la historia de un señor que le dio a tres de su sirvientes talentos para negociar con ello mientras que él estaba fuera de viaje. Dos negociaron con sus talentos mientras que le último sirviente no lo hizo. Cuando el señor volvió y les pidió informe de lo que habían hecho con el talento que les había entregado, el último juzgó a su señor. Él dijo, tú eres el culpable señor. Primero le dije a todos más talentos que a mi. En segundo lugar, se que eres malvado y que siempre cosechas lo que no has sembrado, así que escondía tu talento». Jesús contó esta historia para hacernos ver que muchos de nosotros juzgamos a nuestro Maestro – el Dios Altísimo. Le decimos «Me comporto así por tu culpa. Tú eres el culpable. Por tu culpa es que soy como soy». Al siervo que juzgaba se le retiró el talento y echado fuera de la presencia de su señor, hacia la oscuridad, la tristeza y la pena. La próxima vez que tengas la tentación de juzgar a Dios, ten cuidado porque el resultado puede que no sea placentero.

Cuando vas a Dios en oración, no le digas que, a pesar de lo bueno que tú eres, Él se ha negado a contestar tus oraciones, pídele que sea misericordioso porque cuando consideres todo, te darás cuenta de cuantas cosas necesitas mejorar y cómo tú ni siquiera te mereces las cosas que Dios ya te ha dado.

Una mujer vino a mi quejándose mucho, cuestionando porque Dios se había negado a bendecirla, a pesar de que pagaba su diezmo regularmente, dando ofrendas y siempre dispuesta a trabajar para Dios. Ella se había olvidado de que ella antes me había dicho que ya estaba en su tercer matrimonio. Le dije que lo que ella necesitaba de Dios era misericordia. Cuando voy delante de Dios, simplemente dijo, «Señor, por favor, ten misericordia de mi».

PUNTO DE ORACIÓN: Padre, por favor solo ten misericordia de mi.