Devocional Cielos Abiertos

LA GUERRA DE LOS REINOS

Memoriza: «Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.» Romanos 7:15

Lee: Romanos 7:14 – 23

14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. 18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.

BIBLIA EN UN AÑO: Lucas 23:1 – 56; 1 Reyes 3 – 5

MENSAJE

¿Te has encontrado en una situación en la que prometiste que nunca harías algo insensato pero entonces, unas horas después, te convertiste n culpable de esa misma cosa? Esto indica que hay una constante batalla entre el espíritu y la carne. Por ejemplo, el día en el que decides que vas a ayunar, te levantas por la mañana con mucha hambre, pero no ayunaste el día anterior, y no tuviste hambre hasta la tarde. Otro ejemplo es cuando decides hacer una vigilia persona; quizás te cueste mantenerte despierto, pero si estuvieras viendo una película tarde por la noche, tus ojos estarían abiertos hasta la madrugada. Esa es la batalla entre la carne y el espíritu.

Diariamente, la carne quiere que hagas actos que niegan tu salvación, pero debes de decidir firmemente estar en sintonía con el Espíritu de Dios. Cualquiera que haya de caminar con Dios debe de primeramente crucificar la carne a través de la oración, el ayuno, el estudio de la palabra de Dios y la obediencia a Sus mandamientos. Si tu estás constantemente alimentando a la carne sin dejar pasar una sola comida, esto dominará tu espíritu, pero si alimentas al espíritu, someterá a la carne, haciendo así que sea más fácil complacer a Dios.

PUNTO CLAVE: La obediencia a la carne te convertirá en un enemigo de Dios.