Devocional Cielos Abiertos

LAS MARAVILLAS DEL CIELO

Memoriza: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.” Apocalipsis 21:3

Lee: Apocalipsis 21

Cielo nuevo y tierra nueva

21 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

La nueva Jerusalén

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, 11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. 12 Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; 13 al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al sur tres puertas; al occidente tres puertas. 14 Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero.

15 El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. 16 La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales. 17 Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel. 18 El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio; 19 y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; 20 el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista. 21 Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio.

22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

BIBLIA EN UN AÑO: Levítico 5 – 7

MENSAJE

Le doy gracias a Dios por llevarnos hasta este segundo mes del año. Oro para que Él continúe guardándonos a todos para ser testigos de más meses y años, en el nombre de Jesús. Debemos de tener en cuanto sin embargo, que no importa lo mucho que vivamos aquí en la tierra, viviremos aún más tiempo en la eternidad – ya sea en el cielo o en el infierno.

El cielo es maravillosamente placentero, y el infierno es horriblemente triste. Te animo hoy a que eliges pasar la eternidad disfrutando de las maravillas placenteras del cielo. Hoy, estaremos estudiando algunas de éstas maravillas.

La primera es la maravilla de la magnificencia y belleza del cielo. De acuerdo con la descripción en Apocalipsis 21:16 – 23, la nueva Jerusalén – que es la ciudad principal, es tan grande que mide aproximadamente 2250 kilómetros de largo con su correspondiente anchura. El muro de la ciudad mide 216 pies de grosor. Los cimientos de los muros de la ciudad fueron reforzados con joyas preciosas en vez de piedra y hierro. Estas joyas incluyen jaspe, zafiro, ágata, esmeralda, ónice, cornalina, crisólito, berilo, topacio, crisoprasa, jacinto y amatista. El muro de la ciudad fué construido con jaspe claro y cristalino, mientras que la ciudad misma, especialmente las calles, fueron hechas de puro oro, como cristal transparente. La ciudad celestial no necesita la luz de la luna o del sol; no habrá noche ni ninguna forma de oscuridad porque el resplandor poderoso de la gloria de Dios brilla por toda la ciudad, y el Señor Jesús será la luz que ilumina la ciudad (Apocalipsis 21:23). Será maravilloso ver esto!.

Otra maravilla son las reuniones espectaculares que nos esperan a todos en el cielo, que serán las más conmovedoras de todas las maravillas del cielo. Las reuniones de miles de esposas, padres e hijos, familiares y seres queridos que han sido separados en la tierra desde hace tiempo. Lo más importante, será una gran maravilla reunirse con los santos del pasado como el Padre Abraham, Moisés, David, Esther, María, Pedro, Pablo, etcétera. La gloriosa reunión de los santos en el cielo no puede compararse con una reunión en la tierra – no importa lo dulce que ésta pueda ser. Debemos de hacer todo lo que esté en nuestro poder para asegurarnos de que no nos perdemos la maravillas del cielo.

PUNTO DE ORACIÓN: Padre, por favor, cuéntame digno de ser testigo de las maravillas del cielo, en el nombre de Jesús.