¿PODEMOS ESCUCHAR A DIOS?
Mis ovejas oyen mi voz… (Juan 10:27)
Si, podemos escuchar a Dios, de acuerdo con las Escrituras y las experiencias de las personas, podemos escuchar a Dios. Dios habló con Abraham, el padre de nuestra fe, en muchas ocasiones (por ejemplo, mira Génesis 12). Aquellas amigables discusiones no hubieran tenido lugar si Abraham no hubiera escuchado a Dios.
Él obedeció algunas instrucciones difíciles (como la petición de sacrificar a su hijo, Isaac) porque podía escuchar estas instrucciones claramente y directamente de parte del Señor.
Moisés habló con Dios, cara a cara, como lo harían los mejores amigos (Éxodo 33:11) y eso le permitió obedecer algunas instrucciones que de otra manera, habrían sido difíciles de seguir, como por ejemplo la de liderar a los judíos fuera de Egipto. Muchas personas importantes de Dios en la antigüedad escucharon a Dios, incluyendo a Isaac y Jacob. Los profetas de la antigüedad también escucharon a Dios, si no fuera así, ¡no podría haber hablado en Su nombre!
Bajo la nueva dispensación, los discípulos del Señor Jesús y los primeros creyentes, de acuerdo con los Hechos de los Apóstoles, escucharon a Dios, incluyendo algunas experiencias espectaculares como la del Apóstol Pablo de camino a Damasco, cuando la voz de Dios le habló de una manera verdaderamente audible (Hechos 26:14).
LA NECESIDAD DE ESCUCHAR A DIOS
A continuación, enumeramos varias razones por las que debemos hacer los esfuerzos necesarios para escuchar a Dios.
Para Una Relación Con Él Más Profunda
Un hijo que no puede escuchar a su padre no será capaz de disfrutar de una buena relación padre – hijo con él porque no conocerá bien a su padre, es decir, no habrá una comunicación adecuada entre él y su padre.
Dios es nuestro Padre. Debemos de ser capaces de escucharle para conocer Sus pensamientos en cuanto a – lo que Él siente por nosotros. Este conocimiento nos ayudará a acercarnos más a Él, y así conocerle mejor. Esto poco a poco nos lleva a descubrir más y más de Dios cada día, disfrutando así de una relación más profunda con Él, lo cual es, lo más grande que cualquiera pueda poseer en la tierra.
La comunicación es necesaria para que exista cualquier tipo de relación cordial. También la comunicación es un proceso de doble sentido. Una situación en la que nosotros hablamos y hablamos (en oración) a Dios sin obtener ninguna respuesta por parte de Él, no es nada alentador. Debemos de hablar y también ser capaces de escuchar a Dios para que una relación personal y profunda pueda producirse y prosperar.
Para que nos Guíe
Otra razón por la que debemos escuchar de Dios es para que nos guíe. Dios, a través del Espíritu Santo, es nuestro Maestro y Consolador. Como Padre, Él necesita guiarnos y dirigirnos de vez en cuando, y esto no puede ocurrir a menos que seamos capaces de escucharle. Esto se vuelve aún más importante cuando nos damos cuenta de que los caminos de Dios son bastante diferentes a los nuestros. Por lo tanto necesitamos escucharle en todo momento para obtener las instrucciones, correcciones, reprobaciones, y otros consejos necesarios, de lo contrario, nos desviaremos de Sus caminos.
Escuchar a Dios es tan reconfortante que todos deberíamos experimentarlo. Gracias a Dios que todo hijo de Dios tiene derecho a ese tipo de experiencia. En medio de las dificultades, puede ser bastante tranquilizado escuchar Su voz de autoridad hablando sobre esa situación y dispersando a nuestros adversarios. En tiempo de depresión y duda, Su dulce voz nos anima y nos da seguridad. Su voz reconforta cuando estamos angustiados y afligidos. Cuando nada más puede ayudarnos, Su voz dice “ten paz, permanece en quietud”.
Todo creyente debe, por lo tanto, no descansar hasta que empiece a escuchar claramente la dulce voz de nuestro Padre, que habita en el Cielo, pero cuya voz pueden escuchar aquí en la tierra aquellos que le conocen. Si los oculistas escuchan la voz de su espíritu oculto y entienden sus caminos, si los brujos y las brujas escuchar la voz del espíritu de brujería y guardan sus leyes, si satanás el diablo habla a sus seguidores a quienes engaña, y ellos le escuchan y creen sus mentiras, ¿cuánto más debemos nosotros de desear escuchar?, y de hecho empezar a comunicarnos libremente con nuestro Dios, quien nos ha mostrado tanto amor, y en Quién hay mejores y más confiables promesas para nosotros