Devocional Cielos Abiertos

LOS DESAFÍOS DEL ÉXITO – 3

Memoriza: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.» Lucas 6:26

Lee: Hechos 12:1 – 3

Jacobo, muerto; Pedro, encarcelado

12 En aquel mismo tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles. Y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura.

Lee: Hechos 12:21 – 24

21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. 22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! 23 Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.

24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.

BIBLIA EN UN AÑO: Lucas 3 – 4

MENSAJE

Hoy, concluiré la enseñanza sobre los desafíos de ser exitoso, hablando sobre la tentación de disfrutar de las alabanzas de los hombres y no devolverle la gloria a Dios. Cuando te conviertes en alguien con éxito, la gente te alaga con muchas alabanzas, e incluso te darán la gloria por cosas que no hiciste. Por ejemplo, después de que David matará a Goliat, algunas mujeres empezaron a cantar, «Saúl mató a miles, David decenas de miles» aunque claramente fue Dios quien le dio la victoria sobre Goliat. Esto puso en problemas a David con Saúl, quien empezó a perseguirle para matarle (1 Samuel 18:6 – 9).

Ten cuidado con las alabanzas de los hombres. A veces no serás capaz de pararles, pero no debes de prestarles atención, porque en el momento en el que lo hagas, empezarás a sentir como que estás en la cima del mundo, y antes de que te des cuenta, empezarás a llevarte la gloria en vez de dársela a Dios. Fueron las alabanzas de los hombres las que pusieron a Herodes en problemas, de tal forma que fue devorado por los gusanos en presencia de aquellos que le alababan (Hechos 12:22 – 23).

Las alabanzas de los hombres pueden ser tan adictivas, que querrás escucharlas todo el tiempo. El Rey Saúl quería complacer al pueblo todo el tiempo para que siguieran alabándole, incluso hasta el punto de desobedecer a Dios (1 Samuel 15:24). Cuando te va bien, la gente te alaba como si fueras el mejor del mundo. Tienes que tener cuidado, porque en el momento en el que te vuelvas adicto a sus alabanzas, y éstas te lleven fuera de la voluntad de Dios, te darás cuenta de que eres simplemente polvo.

Había un hombre al que se le conocía por ser casi tan poderoso como mi Padre en el Señor, el Pastor Josiah Akindayomi, en esos tiempos. Él sin embargo, dejo que las alabanzas de la gente entraran a su cabeza y al final se separó llevándose una gran parte de la congregación. Para cuando murió, él tenía una congregación de menos de 50 personas. 1 Corintios 10:11 nos dice que ciertas cosas suceden a algunas personas para que puedan aprender de ellas. No escuches las alabanzas de la gente, porque te harán hacer cosas de las que te arrepentirás al final, si no tienes cuidado. Recuerda, aquellos que gritan «Hosana» hoy, pueden volverse contra ti y gritar «crucificadle» mañana. Las alabanzas de los hombres son demasiado volátiles como para confiar en ellas.

PUNTO CLAVE: Las alabanzas de los hombres han destruido a muchos en el pasado; no permitas que te destruyan a ti.

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Amén