Devocional Cielos Abiertos

¿UNA AYUDA IDÓNEA EN VERDAD?

Memoriza: «Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.» Génesis 2:18

Lee: Génesis 2:18 – 25

18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona,[a] porque del varón[b] fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

BIBLIA EN UN AÑO: Nahúm 1 – 3

MENSAJE

Cuando Dios instituyó el matrimonio en Génesis 2, Él hizo a la mujer para ser la ayuda idónea del hombre. En otras palabras, la mujer tiene que ayudar al marido a hacer lo que Dios le ha llamado a hacer. Sin embargo, por alguna razón u otra, algunas mujeres no son verdaderamente una ayuda idónea para sus maridos, y esto causa problemas en sus hogares.

Primeramente, una mujer no puede ayudar a su marido más allá de su capacidad para ayudar. Por ejemplo, si un marido es un hombre de negocios que gana millones, él debe de elevar a su esposa al nivel donde ella gane cientos de miles por lo menos. A ese nivel, ella probablemente entienda el negocio de él más y pueda ayudarle mejor. Sin embargo, si ella está ganando por debajo de eso, cuando aparece la necesidad de ayudar, ella quizás sea incapaz de hacer de una forma significativa, aunque quiera ayudar. Como pastor, si puedes orar por seis oras seguidas, entrena a tu esposa para ser capaz de orar por cuatro horas seguidas por lo menos. De esta forma, el día en el que tú necesites oraciones, ella puede estar en la brecha contigo a un nivel razonable. Si no puedes enviar a tu mujer a predicar por ti en una reunión que tú no puedes atender, no has estado entrenándola, y ella no ha desarrollado lo que se necesita para ser tu ayuda idónea. (Eclesiastés 4:9 – 10):

Tu ayuda idónea tiene que estar ahí para levantarte cuando te estás caído. Sin embargo, la fortaleza de tu ayuda idónea determinará cuánto te pueda levantarte en esos momentos de bajón. Como marido, si algo terrible sucede y te caes, caerás al nivel de tu esposa. Ella solo puede atraparte al nivel en el que ella esté financieramente, espiritualmente, u otra área. Por lo tanto, si no la levantas por lo menos cerca de tu nivel, tu caída será considerable en esos momentos, porque solo podrás depender de sus recursos para mantenerte a flote hasta que empieces a levantarte de nuevo. Como marido, debes de esforzarte por empoderar a tu esposa para que pueda convertirse verdaderamente en tu ayuda idónea.

LLAMADA A LA ACCIÓN: Si eres un marido, empieza a enseñarle a tu esposa cosas importantes que la ayudará na crecer al nivel en el que ella pueda ser verdaderamente tu ayuda idónea.

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Amén