Devocional Cielos Abiertos

NO MATES A UN SOLDADO HERIDO

Memoriza: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Gálatas 6:1

Lee: Juan 8:1 – 11

y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

BIBLIA EN UN AÑO: Isaías 9 – 11

MENSAJE

Es algo terrible que algunas personas juzguen a otras que han cometido errores solo para sentirse mejor con ellos mismos. Su objetivo es subir su autoestima en vez de amonestar a la gente que comete errores o acercarles a Cristo. La gente que intentó apedrear a la mujer adúltera en Juan 8:1 – 11 eran como estas personas. Ellos no esperaban que Jesús pusiera la lupa para buscar justicia en ellos. Él les humilló de la misma manera que ellos planeaban humillarla a ella.

Cuando corregimos a alguien solo para mostrar lo justos que somos, estamos atacando su autoestima, añadiendo al peso de culpa con el que ya están cargando, y haciendo más difícil para ellos venir a Cristo. Dios le da la espalda a la gente que condena a otros para probar que ellos son justos. Cuando Jesús ve a un soldado caído en Su ejército, Él quiere ayudarle. Si descubre que otros soldados le están tirando piedras para acabar con él por completo, Él se vuelve en contra de esos soldados para defender a aquel que está herido.

Desafortunadamente, muchos Crisianos usan su complejo de superioridad para entregar a sus hermanos y hermanas al diablo. Por ejemplo, ¿a quién se supone que debe de acudir una joven Cristiana si se queda embarazada fuera del matrimonio? ¿A sus hermanos creyentes o a los no creyentes? En la mayoría de los casos, los miembros de su iglesia quizás la llamen prostituta y la hagan sentir no querida, mientras que los no creyentes quizás muesetren que se preocupan por ella y la entienden. Cuando los soldados están heridos, necesitan gente que les ayuda a curar sus heridas para que puedan levantarse de nuevo. Si la gente que está dispuesta a ayudarles son del campo del enemigo, ellos quizás nunca vuelvan a su tropa. Esta es la razón por la que los apóstatas cada vez se adentran más en el pecado. Ellos piensan que ya no encontrarán perdón y aceptación en la iglesia, así que se alejan de Dios por completo. El Espíritu Santo sigue acercándoles a la iglesia, pero son reacios a volver por miedo de ser condenados por la gente que debería de mostrarles más amor.

Amado, si un creyente cae, no le condenes. No conviertas a esa persona en un objeto de chisme, en vez de eso, busca a otros Cristianos y uniros en oración, para hacer seguimiento de esa persona hasta que vuelva a Dios. Este fue el testimonio sobre Job en Job 4:3 – 4.

“He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles; Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían.”

LLAMADA A LA ACCIÓN: Muestra amor a cualquier creyente que conozcas que pueda necesitar ánimos, llamándole o enviándole un mensaje para decirle que siempre estarás ahí cuando lo necesite.

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Amén