Memoriza: «Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.» Éxodo 14:21
Lee: Lucas 1:26 – 35
Anuncio del nacimiento de Jesús
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
BÍBLIA EN UN AÑO: Deuteronomio 26 – 27
MENSAJE
¿Cómo puede el Dios que todo lo puede, quien hizo los cielos y la tierra, quien dice que la plata y el oro son Suyos, y quien hizo surgir luz de las tinieblas, necesitar un socio? ¿Cómo puede Dios necesitar en absoluto, colaborar con alguien para lograr Su propósito? Bien, como vemos en las Escrituras, Dios a veces quiere socios.
En Génesis 2:19, después de crearlo todo, Dios trajo todas las cosas que había creado a Adán y dijo, «Por favor, ponles nombre por mi.» En Éxodo 15:15 – 28, cuando los hijos de Israel llegaron al Mar Rojo, y estaban llorando de miedo, Moisés le pidió a Dios que le ayudara y Dios dijo, «Haré un camino en el Mar Rojo, sin embargo, necesito tu cooperación. Extiende tus manos sobre el mar». Si Moisés se hubiera negado a extender sus manos ese día, el libro de Éxodos quizás hubiera acabado ahí, Israel quizás hubiera sido aniquilada, y Dios probablemente hubiera tenido que buscar un camino alternativo para que Jesús naciera. Oro porque, cuando Dios necesite a alguien en quien pueda confiar en tiempos de crisis, tú estés disponible.
Hace unos años, cuando estábamos empezando la iglesia de Zambia, visité el país por primera vez. Mientras discutía con mi anfitrión, empezamos a hablar de un hombre al que ellos llamaban Cobra. Él era una persona realmente terrible y peligrosa. Mientras hablábamos, escuché a Dios diciendo que esta persona debía de ser salva. Le dije a mi anfitrión que quería ir a predicarle a Cobra, y le pedí que me llevara a su casa. Él me dijo que probablemente no saldría de ahí con vida. Yo insistí, y al final, accedió a llevarme hasta unos metros andando de la casa de Cobra, me esperaría unos 15 minutos después de que hubiera entrado, y se marcharía si no salía después de ese tiempo. Yo dije, «No hay problema». Dios quería que me asociara con Él para ganar esa alma, y yo sabía que tenía que ir. Fui para conocer a Cobra y después de 15 minutos, él estaba arrodillado y entregando su vida a Cristo.
Dios necesita socios para hacer Su voluntad en la tierra, pero aquellos que se asociarán con Él deben de querer ir todo el camino con Él. Cuando escuchas a Dios decir, «He encontrado un hombre que hará toda Mi voluntad». Significa que Él ha estado buscando por alguien que haga toda Su voluntad. ¿Puede Dios contar contigo para que te asocies con Él para hacer Su voluntad?
REFLEXIÓN: En tiempos de crisis, ¿Puede Dios encontrarte digno de ser Su socio para hacer Su voluntad en la tierra?