Devocional Cielos Abiertos

LAS OBRAS DE LA GRACIA III

Memoriza: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1 Corintios 6:11

Lee: 1 Tesalonicenses 4:2 – 7

Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado. Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.

BIBLIA EN UN AÑO: Ezequiel 44 – 46

MENSAJE

Hemos analizado las dos primeras obras de la gracia durante los dos días anteriores, y estaremos discutiendo la tercera obra de gracia hoy. La tercera obra de la gracia ocurre después de que nos convirtamos en hijos de Dios a través de la sangre de Jesús limpiándonos de todos nuestros pecados. El Señor, en este punto, acerca a Él a un grupo selecto. Mateo 22:14 dice: “Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.” Estos escogidos se convierten en lo que a mi me gusta llamar los favoritos del Dios Todopoderoso.

En la antigüedad, un rey podía tener todas las esposas que quisiera, pero siempre había una que era su favorita. Después de la salvación, siempre hay un grupo selecto de personas que están más cerca de Dios que el resto. No son como todo el mundo – ellos aman más a Dios; le sirven con más compromiso. Estos son los que no van a Él por lo que puedan conseguir, le sirven sin importar el coste. Llamamos a estas personas los Santificados – personas que se han apartado para servir a Dios.

Ahora, a esas personas que son santificadas se les da un nuevo corazón. Ezequiel 36:26 dice: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” Muchos Cristianos nunca consiguen ese nivel antes de morir y esto es una pena. Esta es la razón por la cual tenemos muchos Cristianos, y aún así, muy pocos viven en santidad.

Aquel a quien el Dios Todopoderoso va a apartar para Sí mismo debe de estar completamente muerto al mundo. Debe de estar tan muerto que no haya nada que nadie pueda hacer para distraer su atención de Dios. Estos son los que dirán como Pablo en Gálatas 2:20: “ Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

En el pasado, una de las formas de identificar a estas personas santificadas era porque era difícil que se molestasen o se enfadasen. Ellos están tan ocupados con Su Esposo – el Señor Jesucristo, que no puedes hacer prácticamente nada para ofenderles. Las personas santificadas son aquellas que sufrirán todo mal que les hagan y lo aceptarán con calma, en vez de permitir que un no creyente diga, “¿Y tú te has llamar hijo de Dios?”.

PUNTO DE ORACIÓN: Ora para que Dios te santifique a ti, tu familia, y a todo miembro de tu asamblea local.