Devocional Cielos Abiertos

EL PAPEL DEL ESPÍRITU SANTO I

Memoriza: » Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.» Juan 16:13

Lee: Juan 16:7 – 14

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

BIBLIA EN UN AÑO: Cantares 5 – 8

MENSAJE

Durante los próximos tres días, veremos el papel del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. Hoy consideraremos Su papel como Testigo de Jesucristo nuestro Redentor.

Un papel muy importante del Espíritu Santo es la convicción de pecado, como vimos en el texto bíblico de hoy. Dice en parte:

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. – Juan 16:8

Desafortunadamente, muchas personas eligen ser meros espectadores y simplemente ver al Espíritu Santo en acción, haciendo lo que solo Él puede hacer, pero nunca son partícipes de ello. Esas personas rara vez permiten que el Espíritu Santo desempeñe su papel principal de llevarlos al arrepentimiento, ya que se niegan a arrepentirse de sus pecados. Cuando las personas se niegan a ser convictas de sus pecados, demuestran falta de fe en la palabra de Dios, que dice que todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Tales personas racionalizan el pecado y lo llaman todo tipo de nombres agradables. Es por eso que la Biblia nos anima a confesar nuestros pecados, incluso unos a otros, para que podamos ser sanados (Santiago 5:16).

Lo primero que cuida Jesús en la vida de quien quiere sanar es el tema del pecado, según Marcos 2,5-12. Incluso después de que Jesús sanó a una persona y la encontró en el templo algunos días después, su amonestación fue: “…no peques más, para que no te suceda algo peor” (Juan 5:14).

Amado, si aún no has confesado y abandonado tus pecados, permite que el Espíritu Santo te convenza de ellos. Comience a prestar mucha atención a los detalles de los requisitos de Dios para una vida santa y verá que el Espíritu Santo transforma su vida mucho más allá de todas las expectativas.

PUNTO DE ORACIÓN: Padre, dame el poder para vivir en santidad, en el nombre de Jesús.