Memoriza: «El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.» 2 Pedro 3:9
Lee: Mateo 13:24 -30
Parábola del trigo y la cizaña
24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; 25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. 27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? 28 Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? 29 Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. 30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
MENSAJE
Ésta parábola habla mucho del perdón y la paciencia de Dios. Cuando yo era un pecado, le falté el respeto a Dios mucho. De hecho, solía decir a la gente que si yo fuera Dios, no me hubiera salvado a mi mismo porque realmente era un chico malo. Sin embargo, Dios en Su infinita misericordia, me dio una segunda oportunidad y me salvó de ir al infierno. Así pues, si tu estás leyendo esto y aún no has dado tu vida a Cristo, necesitas hacerlo ahora mismo porque un minuto después, quizás sea demasiado tarde.
Esta parábola también nos enseña que estamos viviendo en un tiempo de gracia en el que Dios permite que la cizaña y el trigo crezcan juntos. Quiero que sepas que la palabra de Dios se cumplirá, así que cuando llegue el tiempo del juicio, Él separará a Sus verdaderos hijos (el trigo) y a los desobedientes (la cizaña). Es tiempo de que mires en tu interior y dejes de juzgar a otras personas por sus pecados.
REFLEXIÓN: ¿Eres trigo o cizaña?