Memoriza: « Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.» Daniel 1:8
Lee: Deuteronmio 28:1 – 2
Bendiciones de la obediencia
28 Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
BIBLIA EN UN AÑO: 1 Reyes 14:1-15:24, Hechos 10:1-23
MENSAJE
Daniel tuvo una vida de oración consistente desde su niñez hasta el momento en el que fue llevado preso a tierra extraña. Él vivió una vida de justicia hasta el punto en el que su devoción a Dios no podía ser cuestionada. Él honró a Dios con su vida, y esto era evidente en la sabiduría que mostraba. Entonces, en Daniel 6:10 – 28, sus enemigos, que sabían que no podía pasar un día sin orar, conspiraron contra él e hicieron que el rey decretara que nadie podía orar a Dios. Daniel sin embargo, no se inmutó; él continúo orando. Un joven una vez me preguntó si Daniel hizo lo correcto al alardear de su vida de oración a pesar de que el rey de Babilonia había ordenado que no se podía orar. Le hice entender que todo aquel que carece del entendimiento de la palabra «obediencia» caerá preso de falsas doctrinas y autoridades con motivos erróneos. Como creyente, tu obediencia principal debe ser a la palabra de Dios.
Cualquiera que quiera romper tu comunicación con Dios es un enemigo real al que no debes obedecer. No importa su estatus social o político, no sucumbas a ninguna autoridad que quiera hacerte romper lazos con tu Creador.
LLAMADA A LA ACCIÓN: Tu obediencia principal debe ser a la palabra de Dios.
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Amén