Memoriza: «Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.» Salmos 73:26
Lee: Isaías 41:9 – 12
9 Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. 10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. 12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra.
BIBLIA EN UN AÑO: Colosenses 1 – 4
MENSAJE
Cuando la gente busca soluciones a sus problemas fuera de Dios, acaban fallando, incluso si a veces, al principio, parece que los problemas se resolvieron. La ventaja que tenemos como hijos de Dios, es que tenemos un Padre que nunca falla. El peor veredicto que una persona enferma puede escuchar de un doctor es, «No hay nada más que podamos hacer». Sin embargo, cuando los doctores llegan a su límite, el Dios Altísimo puede entrar en la situación y traer una sanidad total, porque Él no tiene límites.
Hace años, una mujer me dijo que su hija en Estados Unidos, estaba embarazada y estaba a punto de dar a luz. Los doctores descubrieron que el bebé era demasiado grande para un parto natural, así que decidieron realizar una cesárea. Cuando le hicieron análisis de sangre, descubrieron otro problema – ella sufría una rara enfermedad que no permitiría que su sangre coagulara. Esto significaba que tampoco la podían operar porque sangraría hasta morir. Dios me dijo que le pidiera a su madre que trajera dos pañuelos para que yo orara sobre ellos. Aunque no entendía el porqué, le transmití el mensaje a la madre, y ella obedeció. Después de orar sobre los pañuelos, le dije que viajara para ver a su hija en el hospital y que pusiera uno de los pañuelos sobre ella. Cuando ella vio a su hija, puso el pañuelo sobre ella, según mis instrucciones. La mañana siguiente, el pañuelo había desaparecido. Lo buscaron por todos lados, pero no lo pudieron encontrar. Entonces la mujer dijo, «Gracias a Dios que traje dos pañuelos». Ella ató el otro pañuelo firmemente, alrededor de la cintura de su hija, y les pidió a los doctores que esperaran a ver que pasaba. Los doctores dijeron que solo podían esperar hasta las 10 de la mañana, después de eso, sacarían al bebé y se arriesgarían con la madre. A las ocho de la mañana, sin embargo, el bebé que dijeron que no podía venir con un parto natural, nació sano y salvo: Si clamas a Jesús cuando te enfrentas a situaciones imposibles, Él se manifestará por ti.
Diso dijo en Salmos 50:15 que debes de clamar a Él en el día de tribulación, y Él te contestará. Quiero aconsejarte que, antes de que llegue el día de tribulación, te asegures de que estás cerca de Dios, para que Él te esuche cuando le clames. Isaías 59:1 dice que Él no está sordo, pero el pecado puede hacer que Él no escuche el clamor de una persona. Vive en santidad, para que en el día de tribulación, cuando clames a Dios, Él te escuche.
PUNTO CLAVE: Todo lo demás puede fallar, pero Jesús nunca falla.
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Amén