Devocional Cielos Abiertos

LA HIGUERA

Memoriza: «Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.» Juan 15:2

Lee: Marcos 11:12 – 20

Maldición de la higuera estéril

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. 14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.

Purificación del templo

15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad.

La higuera maldecida se seca

20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

BIBLIA EN UN AÑO: Lucas 11 – 12

MENSAJE

En la lectura Bíblica de hoy, Jesús estaba hambriento y fue a por unos higos de una higuera cercana, pero desafortunadamente, no encontró ningún higo. Jesús maldijo el árbol y lo secó. Aunque no era la estación para los higos, lo que significa que era normal que ese árbol no tuviera fruto en esa época, aún así Jesús lo maldijo. Quizás pienses que Jesús estaba siendo injusto con el árbol, pero Él nos estaba mandando un mensaje con ese acto. Nunca debes de esperar a las condiciones perfectas para empezar a dar frutos para tu Maestro.

«El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará.» – Eclesiastés 11:4

Si Dios le ha dado a un creyente una tarea, él o ella deben de trabajar para conseguirlo, ya sea en las condiciones idóneas o no. Si esos creyentes se la pasan esperando las condiciones idóneas, nunca conseguirán sus objetivos ni cumplirán su destino. Si sigues observando el viento, no sembrarás, si ya has sembrado, si sigues mirando las nubes, no cosecharás. Debes de prepararte para dar fruto, incluso cuando las condiciones a tu alrededor no sugieran que debas hacerlo.

Cuando me convertí en Pastor General de la Iglesia Cristiana Redimida de Dios, recibí muchas promesas de parte de Dios, a parte del pacto que Dios tenía con mi Padre en el Señor sobre el gran futuro de la iglesia. Todas las condiciones alrededor de la iglesia en ese momento no eran buenas. Ni siquiera teníamos suficiente dinero para pagar el sueldo del Pastor General, mucho menos el dinero para plantar iglesias alrededor del mundo, u organizar reuniones multitudinarias donde millones de personas se reunieran. Aunque las condiciones no pintaban bien, seguí decidido a hacer las cosas que Dios me había llamado a hacer. Cuando nos mudamos a la Ciudad de Redención, no teníamos dinero para pagar la mano de obra para construir el auditorio, aún menos para construir la ciudad. Trabajé cada noche con otros miembros de la iglesia para construir el primer auditorio. Hoy, todo el mundo puede ver la ciudad que Dios nos prometió.

Si esperas a las condiciones perfectas antes de dar frutos, serás como la higuera, y estoy muy seguro de que no quieres acabar así, porque Jesús dijo en nuestro versículo a memorizar de hoy que toda rama en Él que no da fruto será cortada.

PUNTO CLAVE: NO hay excusa para no dar frutos.

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Amén