Memoriza: «Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.» Mateo 13:8
Lee: Mateo 13:3 – 13
Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9 El que tiene oídos para oír, oiga.
Propósito de las parábolas
10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? 11 Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. 12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden
BIBLIA EN UN AÑO: Eclesiastés 5 – 8
MENSAJE
Hoy, concluiré mi enseñanza sobre la ley de la siembra y la cosecha. Como matemático, aprendí pronto que las leyes solo se dan cuando están presentes ciertas condiciones. Por ejemplo, la ley de la gravedad simplemente establece que cuando tiras un objeto hacia arriba, caerá al suelo. Cuando las condiciones presentes favorecen la ley de la aerodinámica, la ley de la gravedad, con todo lo poderosa que es, no se sostendrá.
Para que cualquier ley se mantenga, deben darse algunas condiciones. Ayer, hablamos sobre la poderosa ley de la siembra y la cosecha, pero a pesar de su poder, solo se dará cuando tu siembras bajo las condiciones correctas. Primero, debes de sembrar en buena tierra. Mencioné al principio de este mes, cuando enseñaba la serie sobre «El retorno de las semillas»; que yo sembré muchas veces en un ministerio en el extranjero hace muchos años, pero no hubo cosecha. Dios me mostró en un sueño que había estado sembrando en tierra dura. Algunos ministerios y ministros no están asociados con Dios. Cuando siembras en ellos, quizás pienses que estás dando una ofrenda a Dios, pero nunca llega a Él porque son tierra dura. Esta es la razón por la cual debes de estar seguro de los lugares en los que siembras tus semillas. Mateo 10:41, dice que cuando le des al profeta, obtendrás la recompensa del profeta. Algunas personas dicen ser profetas, pero Dios no los reconoce como tal en absoluto. Discierne antes de sembrar.
También, no siembres a regañadientes. Si siembras como si te estuvieran forzando a sembrar, Dios no aceptará tu ofrenda. 2 Corintios 9:7 dice que Él ama al dador alegre. Quizás siembras con sacrificio, de tal manera que sea difícil par ti entregar la semilla, y derrames lágrimas mientras lo haces, pero nunca debes de sembrar a regañadientes; debes de sembrar desde un corazón deseoso por dar.
Hace años, estaba en un servicio y la gente que estaba dirigiendo el servicio estaba pidiendo múltiples ofrendas. Me enfadé, y cuando quería traer una ofrenda, Dios me dijo, «No quiero tu dinero». Inmediatamente me arrepentí y cambié mi percepción. Dios no pide limosna. Si traes una ofrenda a Él a regañadientes, quizás llegue a la cesta de las ofrendas, pero Dios no la aceptará, y tu no cosecharás nada de ella.
Amado, para hacer que la ley de la siembra y la cosecha funcione en tu vida, pídele a Dios que te muestre una buena tierra donde puedas sembrar, y cuando la encuentres, asegúrate de que siembras voluntariamente.
PUNTO CLAVE: Siembra en las condiciones correctas, y obtendrás una buena cosecha.
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Amén