Devocional Cielos Abiertos

MANOS UNGIDAS

Memoriza: Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.” Lucas 4:40

Lee: Éxodo 17: 8 – 13

Guerra con Amalec

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10 E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11 Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12 Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13 Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

BIBLIA EN UN AÑO: Josué 23 – 24

MENSAJE

Cuando ves a un hombre de Dios imponer sus manos sobre la gente, y la gente es sanada, es porque esas manos han estado en contacto con el fuego de Dios. Las manos normales se convierten en ungidas una vez que entran en contacto con el fuego de Dios.

En Éxodo 3, cuando Moisés tiró su vara en tierra santa, se convirtió en serpiente, y el Señor le pidió que tomara a la serpiente por la cola. Cuando Moisés se agachó para agarrar a la serpiente, sus propias manos también tocaron el suelo que el fuego había tocado, desde ese día, sus manos se convirtieron en especiales. En Éxodo 17:8 – 13, vemos aquellas manos decidiendo el resultado de la guerra entre Israel y los amalaquitas. Cada vez que él levantaba sus manos, Israel ganaba, pero cuando sus manos se hacían pesadas y empezaba a bajarlas, los amalaquitas empezaban a ganar. Aron y Ur estaban con él, ellos tenían cuatro brazos combinados, pero sabían que las manos de Moisés, que habían tocado tierra santa, eran diferentes de las manos normales. Así que en vez de levantar sus propias manos, ellos le ayudaron a Moisés a levantar sus manos. En Éxodo 14: 16, Dios le dijo a Moisés;

“Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.”

Dios había ungido las manos de Moisés, así que Él le ordenó que las extendiera sobre el Mar Rojo para dividirio. Así, en Éxodo 14:21, cuando Moisés extendió sus manos sobre el mar, éste no tuvo otra elección que partirse en dos, en Deuteronomio 34:9, aquellas manos transmitieron sabiduría a Josué.

“Y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los hijos de Israel le obedecieron, e hicieron como Jehová mandó a Moisés.”

El poder de Dios vuelve lo ordinario en extraordinario. Si lees Juan 9:1 – 7, donde Jesús vio a un hombres que había nacido ciego, Él escupió en el suelo, hizo un poco de barro con ello y ungió los ojos del hombre ciego. El barro normal puede convertirse en barro ungido, todo depende de en qué manos esté el barro.

Tus manos también pueden ser ungidas hoy, pero primero deben de ser manos santas. Salmos 24:3 – 4 dice que solo aquellos que tienen manos santas pueden subir al monte del Señor donde pueden entrar en contacto con el fuego de Dios.

REFLEXIÓN: ¿Tienes manos santas? El feugo de Dios solo puede reposar sobre manos santas.