Devocional Cielos Abiertos

¿ESTÁ JESÚS EN TU BOTE?

Memoriza: Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Marcos 4:38

Lee: Marcos 4:35 -41

Jesús calma la tempestad

35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41 Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?

BIBLIA EN UN AÑO: Zacarías 1 – 5

MENSAJE

En nuestra lectura Bíblica, los discípulos de Jesús le despertaron, y Él calmó la tormenta. ¿Has imaginado que hubiera ocurrido si Él no hubiera estado en el bote? La vida está llena de tormentas, y a menos que Dios te ayude, esas tormentas te pueden hundir.

No importa lo listo que seas, hay una tormenta de la que no puedes escapar: la tormenta de la muerte. No te dejes engañar, la muerte llenará de miedo a cualquiera que no esté en Cristo, David podía decir, “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23:4, porque él estaba con Dios. Si el Señor no está contigo en tu bote, y viene la tormenta, ¿a quién clamarás?

Las tormentas vienen de repente, sin avisar. Una vez, mientras estaba en un avión hacia Londres, había un hombre en particular que tenía un bastón de oro. De vez en cuando, él se levantaba y mostraba su bastón de oro mientras caminaba hacia el baño y volvía. De repente, el capitán anunció, “Señoras y Señores, tenemos un pequeño problema y no podemos aterrizar el avión en estos momentos” El hombre con el bastón de oro ahora realmente tenía que ir al baño, pero cuando se levantó para i, la azafata le pidió que se sentara. Obviamente muy asustado, se negó a permanecer en su asiento y por un momento, yo también me asusté. Entonces le dije a mi Padre, “Pero Señor, ¿tú no me dijiste que este era el final?” él respondió diciendo, “No, este no es el final. Quiero hablar contigo, y se que en cuento aterrices estarás muy ocupado, pero necesitamos hablar”. Tan pronto como escuché Su voz, Su paz vino a mi. Después de que el Señor terminara de hablarme, el avión aterrizó sin ningún problema. Si yo no hubiera sido ya Su hijo ese día, no hubiera tenido el derecho de clamar a él en la tormenta y hubiera estado muy asustado como cualquier otra persona.

Si Él no está en tu bote, no habrá nadie a quien puedes clamar para ser liberado en medio de la tormenta. Solo cuando le tengas a Él en tu bote, serás capaz de decir, “Cristo en mi la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27).

REFLEXIÓN: ¿Está Jesús en tu vida?