Devocional Cielos Abiertos

AYUDA MI INCREDULIDAD

Memoriza: « E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.» Marcos 9:24

Lee: Marcos 9:17 – 27

17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. 19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. 20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. 22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. 25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. 26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.

BIBLIA EN UN AÑO: Hageo 1 – 2

MENSAJE

En Ezequiel 37:1 – 11, la Biblia nos habla sobre el valle de los huesos secos donde Dios le preguntó al profeta, «¿Puedes hacer que estos huesos vivan?» Ezequiel dijo, «Solo tu lo sabes». En otras palabras, Ezequiel estaba diciendo, «Mi fe no puede manejar eso», pero los huesos secos al final cobraron vida. En Marcos 9:17 – 27, un hombre trajo a su hijo que estaba poseído por el demonio a ver a los discípulos de Jesús. Ellos no pudieron liberar al niño y por eso se lo enviaron al Señor Jesús, quien dijo «Oh, generación incrédula». El hombre dijo, «Creo, ayuda a mi incredulidad» El día que escuche esa historia, me puse tan contento, porque eso significa que si mi fe no es suficiente, puedo clamar a Él and Él hará que mi fe crezca.

Cuando me convertí en Pastor General, amábamos cocinar y comer juntos durante nuestra conversación, pero estábamos teniendo dificultades financieras para comer, y las parroquias estaban creciendo por debajo de los costes. Un día durante la convención, ya desesperado, dije, «Llegará un día en el que serás capaz de venir a la Convención sin traer nada de dinero». Cuando acabamos esa noche, y volví a mi oficina para orar, el Señor me habló, «Hijo, ¿cuándo quieres que eso suceda?» Yo le dije, «Uno de estos días», y Él respondió, «¿Por qué no mañana?» En ese momento éramos 10.000 personas. ¿Cómo iba yo a alimentar a 10.000 personas toda una semana? El Señor dijo, «Anuncia a toda la congregación que alimentarás a todos en la siguiente convención». Yo le dije, «Padre, yo nunca te he desobedecido antes, ¿pero esto? no puedo decirles eso». Él no me presionó, así que la Convención acabó y todo el mundo se fue, pero volvieron al mes siguiente para el Servicio del Espíritu Santo, y Dios me repitió lo mismo. Le dije, «Señor, mi fe no puede llevar esto», Y el dijo «Hijo, estás a punto de perder un milagro», yo entonces anuncié «Hermanos, el próximo año, no traigas dinero para comida, te daremos de comer aquí.» Eso fue hace 20 años, y Dios no ha fallado ni una sola vez.

Quizás pienses que soy un hombre de mucha fe, pero la verdad es que mi Padre es el que ayuda a mi pequeña fe, así que dependo totalmente de Él. Él nunca me ha defraudado y se que Él no te defraudará a ti tampoco.

PUNTO DEORACIÓN: Padre, por favor, ayuda mi incredulidad.