Memoriza: «Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.» Gálatas 5:1
Lee: Juan 5:5 – 14
5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo[a] aquel día.
10 Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo;[b] no te es lícito llevar tu lecho. 11 Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12 Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13 Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14 Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.
BIBLIA EN UN AÑO: Proverbios 21 – 23
MENSAJE
Una cosa es recibir las bendiciones divinas y otra muy distinta guardarlas. Siempre enseño a mis hijos en la fe que la gracia necesaria para recibir un milagro no es tan grande como la necesaria para mantenerlo. Dios no tiene ningún problema en bendecir a su pueblo, pero mantener la bendición es una responsabilidad que muchas personas no cumplen. Hoy veremos cómo retener las bendiciones divinas.
Lo primero que uno debe hacer es mantenerse conectado con la fuente de las bendiciones divinas: Dios. Una rama seguirá siendo fructífera mientras permanezca conectada a la vid y, por supuesto, se volverá infructuosa en el momento en que se desconecte de la fuente de la fecundidad. Jesús es la vid y nosotros Sus discípulos somos Sus sarmientos. Sin Él nada podemos hacer (Juan 15:5).
En segundo lugar, para permanecer conectado con la fuente de las bendiciones divinas, debes ser santo. El pecado causa una separación entre el pecador y Dios (Isaías 59:2). Si Dios no escucha a un pecador, ¿cómo entonces ese hombre recibirá y retendrá las bendiciones divinas? El Todopoderoso le dijo a Abraham este secreto en Génesis 17:1-2:
Y cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció a Abram y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto. Y haré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.
Según nuestra lectura bíblica de hoy, después de que Jesús sanó a un hombre de una enfermedad de treinta y ocho años, le advirtió que se mantuviera alejado del pecado para que no experimentara algo peor.
Finalmente, debes reconocer que todo lo que tienes es de Dios y devolverle siempre toda la gloria con acción de gracias. Por ejemplo, Nabucodonosor no reconoció que Dios era su fuente y perdió todo lo que tenía. Dios, sin embargo, restauró todo lo perdido por Nabucodonosor cuando más tarde se dio cuenta de que no era nada sin Dios (Daniel 4:30-37).
Ruego que nunca pierdas las bendiciones que Dios te ha dado, en el nombre de Jesús.
PUNTO DE ORACIÓN: Padre, gracias por ser mi fuente. Por favor, nunca me dejes desconectarme de ti, en el nombre de Jesús.