Devocional Cielos Abiertos

DESTRUCTORES DE DESTINO: CHARLATANERÍA

Memoriza: «El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.» Proverbios 21:23

Lee: 2 Samuel 1:1 – 16

David oye de la muerte de Saúl

Aconteció después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de los amalecitas, estuvo dos días en Siclag. Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Y le preguntó David: ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel. David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Te ruego que me lo digas. Y él respondió: El pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron. Dijo David a aquel joven que le daba las nuevas: ¿Cómo sabes que han muerto Saúl y Jonatán su hijo? El joven que le daba las nuevas respondió: Casualmente vine al monte de Gilboa, y hallé a Saúl que se apoyaba sobre su lanza, y venían tras él carros y gente de a caballo. Y mirando él hacia atrás, me vio y me llamó; y yo dije: Heme aquí. Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. Él me volvió a decir: Te ruego que te pongas sobre mí y me mates, porque se ha apoderado de mí la angustia; pues mi vida está aún toda en mí. 10 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor.

11 Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. 12 Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada. 13 Y David dijo a aquel joven que le había traído las nuevas: ¿De dónde eres tú? Y él respondió: Yo soy hijo de un extranjero, amalecita. 14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? 15 Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió. 16 Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová.

BIBLIA EN UN AÑO: 1 Reyes 19 – 20

MENSAJE

Si no puedes controlar tu lengua, solo es cuestión de tiempo antes de que ésta te lleve a la destrucción. Escondido detrás de la necesidad de estar siempre hablando, está la necesidad de destacar – la necesidad de tener la atención de todo el mundo, y eso solo, es suficiente para destruir a cualquiera.

En la lectura Bíblica de hoy, leemos sobre el joven que simplemente quería obtener una atención innecesaria. Él formuló una historia que pensó impresionaría a David, diciéndole que él había matado a Saúl, sin saber que su búsqueda de atención sería su perdición. 2 Samuel 1:16 dice:

«Y David le dijo: Tu sangre sea sobre tu cabeza, pues tu misma boca atestiguó contra ti, diciendo: Yo maté al ungido de Jehová.»

Créeme, con toda honestidad, cuanto menos hables mejor para ti, porque todo lo que estás diciendo está siendo registrado y será expuesto en el día del juicio finial. Jesucristo dijo en Mateo 12:36, «Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.»

Estaba en una reunión con algunos hombres de Dios importantes y había una persona que hablaba y hablaba, hasta tal punto que le dije, «Señor, ¿piensa que sabe más que nosotros? Si puede mantener la boca cerrada quizás aprenda algo.» La gente sabia escucha más de lo que habla porque saben que cuanto más entiendan, más valor le dan a lo que dicen. Santiago 1:19 dice que debes de ser rápido en escuchar y lento en hablar.

«En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente.» – Proverbios 10:19

Controlar tu lengua es una de las claves principales para mantenerse en santidad. Que tu lengua no te lleve al infierno, en el nombre de Jesús.

PUNTO DE ORACIÓN: Padre, por favor dame la gracia para controlar mi lengua en todo momento, en el nombre de Jesús.