Devocional Cielos Abiertos

EL ORIGEN DE TODAS LAS COSAS

Memoriza: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.» Santiago 1:17

Lee: Daniel 4:29 – 37

29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, 30 habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? 31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. 33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? 36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. 37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

BIBLIA EN UN AÑO: Salmos 136 – 138

MENSAJE

Un día, estaba orando mientras caminaba, cuando entré en una conversación con Dios. Ves, si tuvieras que preguntarle a un estudiante de primaria cual es el origen de un edificio, él te diría que la mente del arquitecto. Un estudiante de secundaria diría que el origen del edificio está en la mente de su dueño. Alguien que tiene un conocimiento más profundo te diría que el origen del edificio empezó cuando el dueño del edificio nació. Si tuvieras que hacer una consideración más profunda, verías que si los padres del dueño del edificio nunca se hubieran conocido, para concebirle o concebirla, el edificio nunca se hubiera construido. Entonces, de nuevo, si los padres no hubieran nacido, nunca se hubieran conocido y entonces el edificio nunca se hubiera construido. Si sigues así, descubrirás que todo lo que vemos en este mundo origina de Dios mismo. Cada cosa.

Ahora, mira todas las cosas que tienes. ¿De dónde provienen? ¿De ti o de Dios? Muchas veces, la gente dice, «Trabajé duro para conseguir las cosas que tengo. Usé mi cerebro bien y entró el dinero». ¿Quien posee tu cerebro? Había un profesor que siempre se sentaba al lado de mi colegio cuando yo estudiaba ahi. Si querías escuchar historia real, todo lo que tenías que hacer era comprarle un refresco y te decía todo lo que necesitabas saber la historia de cualquier parte del mundo que preguntaras, aún así no podía recordar su nombre. Es solo por la misericordia de Dios que tu cerebro sigue funcionando. Es solo por Su misericordia que no estamos sin un hogar hoy. No importa lo que hayas conseguido, todo viene de Dios y si decides levantar tus hombros demasiado alto, Él puede quitártelo todo, como en el caso de Nabuconodosor en nuestra lectura Bíblica de hoy. Él pensó que todo lo que tenía lo había conseguido por su propia sabiduría, así que Dios decidió enseñar una lección. Dios simplemente quitó una pequeña parte de su cerebro y antes de que nadie lo supiera, el rey estaba en el campo comiendo hierba durante siete años. En el momento en el que Dios tuvo misericordia de él y restauró su sentido, él dejó de alabarse a si mismo y empezó a alabar a Dios diciendo, «Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.» (Daniel 4:37).

PUNTO DE ORACIÓN: Padre, solo quiero alabarte por todo lo que tu me has dado. Yo reconozco que no es por mi poder que tengo todo lo que tengo, es por Tu misericordia, Gracias Señor, por mostrarme Tu misericordia.