Memoriza: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.» 1 Juan 3:1
Lee: 1 Juan 3:1 – 3
Hijos de Dios
3 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
BIBLIA EN UN AÑO: Éxodo 38 – 40
MENSAJE
La vida Cristiana está tan llena de maravillas que uno de los primeros apóstoles se maravilló de cuánto amor Dios mostró por nosotros, haciéndonos Sus hijos (1 Juan 3.1). Todo verdadero Cristiano ha experimentado la maravilla de ser adoptado en la familia de Dios como vemos en Romanos 8:15.
Cuando consideramos los beneficios y los privilegios de ser un hijo de la Personalidad más poderosa en el Cielo, en la tierra y en cualquier otro lugar, empezamos a apreciar las maravillas de ser Cristianos. El mundo no puede entender estos beneficios, aún así son reales. Algunas religiones del mundo no pueden entender el hecho de que los Cristianos llamen a Dios su Padre. Algunas personas incluso se molestan conmigo por llamar a Dios Papá. Sin embargo, Dios es ciertamente mi Papá. A ellos les digo que si su relación con Dios acaba en llamarle Padre, no tengo ningún problema con eso, pero Él es mi Papá. Punto.
Sin embargo, una de las implicaciones de esto es que no debemos pensar que es algo trivial este privilegio, o menospreciarlo. Esto nos trae de vuelta a nuestra discusión de ayer en cuanto a la importancia de la exigencia de la vida Cristiana – santidad. El hijo de un león, es un león. Como Cristianos, somos llamados a ser perfectos como nuestro Padre en el cielo, purificando nuestras vidas siempre (Mateo 5:48; 1 Juan 3:3).
¿Cómo nos purificamos? La biblia nos da la respuesta: «¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.» (Salmos 119:9). Una vida pura y sin pecado es muy simple si la vivimos de acuerdo con la palabra de Dios. He enseñado en muchas ocasiones que la santidad es simplemente obediencia. Puedes ser considerado santo o justo cuando obedeces las instrucciones de Dios al pie de la letra. Dios le dijo a Adán «No hagas esto», pero él lo hizo y así se convirtió en pecador. Así pues, por el Espíritu de Jesucristo y nuestra obediencia a Su palabra, somos santos y esto, cumple con la condición para ser Sus hijos.
Es importante destacar que estas maravillas están estrictamente reservadas para aquellos que han aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador. Entrega tu vida a Él hoy si aún no lo has hecho, y experimentarás las maravillas de ser adoptado en la familia de Dios.
LLAMADA A LA ACCIÓN: Alaba a Dios con entusiasmo por haber te hecho Su hijo.