LECCIÓN 6
VERSÍCULO A MEMORIZAR «Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.» Salmos 51:17
PASAJE BÍBLICO: Mateo 5:1 – 4
El Sermón del monte: Las bienaventuranzas
(Lc. 6.20-23)
5 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
INTRODUCCIÓN
Si eres extraordinariamente feliz, quizás puedas describir lo que estás sintiendo como bienaventuranza. El nombre bienaventuranza, se refiere a un estado de gran gozo. Estar Bendecido, o por lo menos sentirse bendecido, está a menudo relacionado con la bienaventuranza. El término bienaventuranza viene de la palabra en latín «beatus» que significa «rico», «feliz» y «bendecido». La palabra equivalente en griego es «makariol» que tiene el mismo significado.
En la Biblia, las bienaventuranzas son una serie de ocho bendiciones que Jesús describió en Mateo 5, en el sermón del monte, Jesús describió la palabra como algo más que una felicidad superficial. En este contexto «bendecido» se refiere un estado de bienestar espiritual y prosperidad. Las bienaventuranzas describen al discípulo ideal y sus recompensas, tanto presentes como futuras.
BIENAVENTURADOS SON LOS POBRES DE ESPÍRITU
Bienaventurados son los pobres de espíritu, de ellos es el reino del Cielo (Mateo 5:3). Los pobres de espíritu son aquellos que tienen un profundo discernimiento de las necesidades espirituales y entienden que están vacíos delante de Dios (Isaías 66:2). Son humildes y moderados en sus propios ojos. Ven su necesidad, se lamentan de su culpa y tienen sed de su Redentor (Salmos 51:17).
Tiene que haber un vacío antes de que podamos ser llenos, así pues, la pobreza de espíritu precede a las riquezas y Gracia en el reino de Dios (Juan 12:24). Tenemos que vaciarnos de nuestro orgullo, auto-dependencia, pensamientos y acciones pecaminosas. Tenemos que morir cada día a nosotros mismos y vaciarnos cada momento. El vaciado no es el final sino más bien el principio. Somos vaciados para poder ser llenados. Cuando Jesús dice «Bendito son los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos», Él está declarando que, antes de que podamos entrar en el reino de Dios, debemos de reconocer que no valemos nada y la inhabilidad de nuestras propias obras para salvarnos.
El reino del cielo es de ellos porque ellos lo buscan, y por lo tanto, permanecen en él. A esta virtud se le opone el orgullo del Fariseo. Esto causó a cierto Fariseo que diera gracias a Dios por no ser como los otros hombres, y despreciar y rechazar el reino del cielo (Lucas 18:10 – 14).
El Reino del cielo esencialmente se refiera a la salvación. El Reino del cielo es tanto la eternidad en el cielo con Dios después de la muerte (romanos 6:23), y la calidad de vida eterna con Dios antes de la muerte (Juan 10:10). Dios nos ofrece la salvación como un regalo, a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, el pago completo por nuestros pecados. Antes de que podamos recibir este regalo, debemos de entender que no podemos hacernos dignos de él por nosotros mismos. La salvación es por gracia a través de la fe, no por obras (Efesios 2:8 – 9). Debemos de admitir nuestra pobreza espiritual antes de que podamos recibir las riquezas espirituales que Dios ofrece (Efesios 1.3). Debemos, en resumen, ser pobres de espíritu.
BENDECIDOS SON AQUELLOS QUE LLORAN
Bendecidos son aquellos que lloran; ellos serán reconfortados (Mateo 5:4). Esto puede significar dos cosas: o que los bendecidos son aquellos que están afligidos por la pérdida de amigos o posesiones, o que aquellos que lloran por el pecado son bendecidos. Así como Cristo vino para predicar arrepentimiento, para que los hombres lloraran sobre sus pecados, y para que se apartaran del pecado; es probable que él tuviera lo segundo en mente particularmente (2 Corintios 7:10). Al mismo tiempo, es cierto que solo el evangelio puede dar verdaderamente paz a aquellos que están afligidos (Isaías 61:1 – 3; Lucas 4:18).
El termino «llorar» o estar de luto significa «experimentar una gran pena». Siguiendo con Su tema sobre las bienaventuranzas espirituales, Jesús parece indicar que esta tristeza es debida a la pena por el pecado. Las personas que se ponen de acuerdo con Dios sobre la maldad de sus propios corazones puede obtener un estado de bendición envidiable, debido a la paz que ellos reciben a través de la comunión con el Espíritu Santo. Jesús llamó al Espíritu Santo el consolador (Juan 14:16, 25; 15:26; 2 Corintios 1:4). El espíritu reconforta a aquellos que son honestos en cuando a sus propios pecados. Los que tratan de justificar sus pecados delante de Dios nunca podrán conocer la paz que viene de un corazón puro, Jesús haba sobre esto en Mateo 5:8. (Proverbios 28:13; Isaías 57:15).
La bendición no está sobre todos los que lloran, sino sobre aquellos que lloran por el pecado. Ellos serán reconfortados por el descubrimiento y la apropiación del perdón de Dios. Por lo tanto, podemos concluir que, en el sentido más amplio la bienaventuranza cubre a todos aquellos que son guiados a través de la aflicción, a discernir el pecado, y que lo detestan tanto sus efectos y consecuencias en el mundo que anhelan y buscan la liberación que está en Cristo Jesús.
CONCLUSIÓN
Dios ha elegido al pobre en espíritu y a aquellos que están afligidos por sus pecados, para que sean ricos en fe, confortados y se conviertan en sus herederos juntos con Él en Su reino.
PREGUNTAS
- ¿Quién es el pobre de espíritu?
- Da una descripción de aquellos que están afligidos.
TAREA: Ora y trabaja en ti mismo para buscar a Dios diariamente.