Memoriza:«Manzana de oro con figuras de plata Es la palabra dicha como conviene.» Proverbios 25:11
Lee: Hechos 8:27 – 31
27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,
28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?
31 El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.
MENSAJE
El Espíritu Santo es el gran maestro Él es también el que da el don de la enseñanza. Sin embargo, un maestro debe de estudiar la palabra y después permitir que el Espíritu Santo le enseña y expanda su conocimiento, antes de enseñar a otros.
El único propósito de un maestro de la palabra, por lo tanto, es conocer a Dios y darle a conocer a otros. Un maestro puede entender fácilmente e interpretar las escrituras, y así traer claridad en medio de la confusión.
No es difícil saber si tienes el don de la enseñanza, si te sientes incómodo cuando la gente cita la palabra de Dios erróneamente, o fuera de contexto, y eres capaz de dar una buena explicación basada en la ayuda del Espíritu Santo, eres un maestro.
Otro atributo de los maestros es que no se rinden con nadie; siguen enseñando de la manera más simple, hasta que la persona conoce a Jesús. Aman la verdad y hablan la verdad en amor.
Sin embargo, hay una trampa que deben evitar: el orgullo. Los maestros de la palabra tienen tendencia a volverse orgullosos debido al conocimiento de la palabra que tienen. Así que, si tú eres uno, asegúrate de no volverte orgulloso. Recuerda, Dios resiste al altivo y da gracia al humilde.
PUNTO DE REFLEXIÓN: Enseñar la palabra sin el Espíritu Santo no te dará resultados positivos.