DEVOCIONAL CIELOS ABIERTOS PARA ADOLESCENTES
Memoriza:“Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.” Romanos 7:25
Lee: Romanos 7:15 – 25
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
24 !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
MENSAJE
Desde el momento en el que pides a Jesucristo que sea tu Señor y tu Salvador persona, una batalla empieza dentro de ti. La batalla entre el Espíritu y la carne.
La carne no es tu piel, es tus deseos, las cosas que te traerán placer o la cosas que disfrutas haciendo. Por ejemplo, a la carne no le gusta ayunar, preferiría comer tres veces al día. Cuando ayunas, le das poder al Espíritu sobre la carne. A la carne no le gusta orar, preferiría dormir toda la noche. A la carne no le gusta ningún ejercicio espiritual; aún así el Espíritu está deseando ejercitarse, por lo tanto hay una batalla constante.
Necesitas a Dios en esos momentos. En nuestra lectura Bíblica de hoy, el Apóstol Pablo habla de la lucha constante que había entre su carne y su espíritu.
Si tú estás en la misma condición hoy, haz a Dios tu Aliado. Pídele que te ayuda a dominar la carne. Ten una comunión constante con tu Padre Celestial, para que la carne pueda estar sujeta al Espíritu de Dios en ti.
PUNTO CLAVE Necesitas a Dios para ganar la batalla entre la carne y el espíritu.